Por Redacción / CeroEstrés.com.uy
Han pasado apenas cinco días desde que asumió el nuevo gobierno departamental, y aunque el tiempo es escaso, ya se perciben señales que, aunque sencillas, marcan una diferencia con respecto al pasado reciente. Son pequeños gestos, sí, pero también son mensajes claros: hay voluntad de hacer, de corregir el rumbo, y quizás lo más importante, de cerrar una etapa marcada por el partidismo permanente que desgastó no solo a los ciudadanos, sino incluso a los propios frenteamplistas que trabajan como funcionarios.
La ciudadanía votó el cambio. Y lo hizo con una claridad arrolladora. Basta mirar los números: en otros departamentos se ganó o se perdió por márgenes mínimos. En Salto, en cambio, el triunfo fue por más de 15.000 votos. Eso no se puede ignorar. No fue una elección cerrada ni disputada: fue un mensaje categórico. La gente se hartó. Se hartó de un estilo, de un modelo político que terminó asfixiando hasta a los más fieles.
La elección no fue solo una derrota para Andrés Lima. Fue un rechazo a toda una forma de ejercer el poder. Los otros candidato del Frente Amplio no pudo sacarse de encima la mochila del “limismo”, y la ciudadanía entendió que votar por cualquier otra opción frenteamplista era votar por el hermano de Andrés.
Del otro lado, Carlos Albisu y Marcelo Malaquina lograron consolidar una coalición amplia, variada y, por sobre todo, efectiva. Un experimento electoral que funcionó con precisión. En esa interna también quedó claro que Albisu fue ampliamente superior, sin necesidad de discusiones. El liderazgo quedó definido.
Pero ahora comienza lo más difícil: gobernar. Y en estos primeros movimientos, hay algo que llama la atención. Desde esta columna periodística, queremos plantear una observación ,respetuosa pero firme, sobre los primeros nombramientos. Más allá de que el intendente tiene todo el derecho de designar a su equipo de confianza, no deja de sorprender que algunos sectores con escasa representación en las urnas hoy ocupen áreas clave del gobierno: finanzas, comunicación, estrategia, incluso parte del turismo.
¿Reflejan esos nombramientos lo que la gente expresó con contundencia en las urnas? Esa es la pregunta. Porque si bien los cargos actuales responden al presupuesto que dejó la administración Lima ,incluyendo los famosos “coordinadores directos e inda mais”, la lectura política no puede estar ausente. Gobernar no es solo administrar; también es interpretar el mensaje ciudadano.
Entendemos que el nuevo presupuesto, que deberá elaborarse próximamente, será el verdadero mapa de ruta. Allí se verá con mayor claridad si el cambio será estructural o simplemente cosmético. Será el momento de tomar decisiones que reflejen el mandato popular y no solamente el equilibrio de compromisos internos.
Otro dato a tener en cuenta es que, así como perdió Lima, también quedó reducida a una banca testimonial la representación del exsenador Germán Coutinho. La recomposición política es general, y eso también tiene consecuencias institucionales que merecen análisis.
Desde este medio, ofrecemos una mirada crítica pero responsable. No es nuestra intención personalizar ni atacar. Esto es una opinión periodística, con base en hechos, lejos de valoraciones personales. Solo aspiramos a que las decisiones del nuevo gobierno estén alineadas con lo que la gente expresó con fuerza: un deseo genuino de cambiar, de pasar página, y de dejar atrás una forma de gobernar que, al final del día, se volvió insostenible.
Habrá que esperar. Pero también habrá que observar con atención. Y, por supuesto, seguir opinando.