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Un recorrido por Salto en los años sesenta.

Un recorrido por Salto en los años sesenta.

Un recorrido por Salto en los años sesenta

Por Carlos Moreale Olaizola.

Se me ocurrió ir para atrás en el tiempo y recorrer por lugares y contar alguna que otra anécdota de lo vivido. Para ello tengo que ubicarme como persona en la época.

Nací en calle Osimani 468. Esa era la casa de soltera de mi madre y donde vivían mi abuela materna Evarista Irigoyen y sus hermanas de criación, Ana y Melchora Inchaurbe Villar. Por razones obvias, no recuerdo ese hecho y al mes ya me llevaron para la chacra en Nueva Hespérides. La misma estaba por la calle que pasa frente al aeropuerto y al terminar ese predio, en la esquina donde se dobla para Corralito, estaba el predio que pertenecía a mi abuelo Juan Moreale y que luego se lo vende a mi padre.

Hasta los cinco años fui hijo único. Los primeros meses vivía con mis padres y luego mi abuelo Juan se fue a vivir con nosotros, ya que luego de tener 9 hijos y 40 años de casado se separó de mi abuela Palmira Guglielmone . Demás está decir que el nono Juan fue un gran referente para mí, ya que como todo abuelo, compartía historias y recuerdos de su vida, además de inventar juegos para entretenerme, porque niños cercanos para jugar no había. En aquellos tiempos ir de una chacra a otra, por más que estaban pegadas, los niños no iban solos.

A mi abuela Evarista no la conocí, ya que falleció cuando yo tenía unos meses y mi abuelo Pedro Olaizola falleció cuando mi madre tenía 14 años.

El hecho es que a pesar de vivir la mayor parte del tiempo en la chacra, pasábamos muchas veces en la casa de calle Osimani.

Siempre fui de fijar en la memoria lugares, personas y hechos que tengo desde los 3 años, pero son solo recuerdos. No quisiera volver a vivir otra vez lo vivido.

Entonces empecemos a desparramar recuerdos que contaré en dos etapas. Acá va la primera.

De los recuerdos que tengo desde muy temprana edad, sobresale la creciente del 59. Ese hecho marcó a mucha gente y como el nerviosismo se trasmite y la creciente llegaba a Barbieri y Osimani y luego empezó a subir, recuerdo a los vecinos colocando objetos para ver cuan rápido subía. Nadie sabía hasta qué altura llegaría y si había que salir corriendo de las casas. El hecho es que llegó hasta el escalón del 497 de Osimani, casa que pertenecía a la familia Mathinson y que se encontraba en la vereda oeste, pegada al almacén que en aquel tiempo era de García. Mi padre iba y venía en bicicleta desde la chacra dando la vuelta por la calle que en aquel tiempo se llamaba calle de Pinto y salía en la ruta 3. La cañada que está para abajo del autódromo, por la avenida Pascual Harriague estaba crecida. Por la ruta 3 llegaba a la ciudad y entraba por la zona este.

Cuando él llegaba salíamos a recorrer. Barbieri en aquel tiempo llamada avenida Florida, estaba cubierta por el agua hasta el estadio de Chaná. Por 8 de octubre había tapado Soca y subió un poco. El club Centenario se había inundado y se extendió hasta casi donde está TaTa.

Otro recuerdo importante ( por lo menos para mí ) era el carnaval. De sentarnos a cenar en la confitería Oriental ( hoy la Banca y Red Pagos ) o ir a la calesita que se instalaba en un predio vacío ( hoy El Revoltijo ). Me gustaba muchos las luminarias que colocaban a lo largo de calle Uruguay, con figuras relacionadas al carnaval con decenas de luces de colores en los contornos de las mismas. El desfile bajaba y subía dos o tres veces de plaza a plaza. También recuerdo el coso alrededor de la Plaza de Deportes.

Una vez estábamos sentados en la confitería 18 de Julio, sentado yo de espaldas a la calle y alguien pide una limosna, atrás de mi. Cuando me doy vuelta veo a una señora negra muy alta. Flor de susto me dí. Era una señora que vivía por calle Soca contra el arroyo y le decían Posodia. No era por ser quien era que me asustó sino que me sorprendió.

Una vez entramos con mis padres a Alaska. En aquel entonces estaba donde hoy está OCA en Uruguay al 800. En un descuido y entre los estantes de telas perdí a mis padres y salí calle afuera buscándolos. Me perdí. Unas mujeres que pasaban donde yo llorando estaba en el almacén de Arias ( hoy Claro ) me llevaban y al llegar a la esquina de Larrañaga venía mi padre corriendo.

Cuando íbamos para la chacra tomábamos el ómnibus de Lombardo en la plaza 33, frente a Salto Uruguay. Cuando empecé a ir al colegio en el 62 ya salía del control de ómnibuses de calle Florencio Sánchez. O sea que el traslado debe de haber sido en el 61.

Me gustaba mucho venir con mi padre en la jardinera ( en quel tiempo era lo que la mayoría de los chacreros tenía ) a traer verduras al Mercado Central ( hoy museo del Hombre y la Tecnología ). En el mercado había puestos de venta de toda la variedad de mercaderías posibles.

Cuando ya tenía 5 años me venía con mi abuelo Juan a visitar a su mamá que tenía muy cerca de los 90 y vivía en calle Juncal en la casa de una de las hijas. Allí quedábamos una nche y volvíamos.

Habría otros hechos para nombrar, pero esta primera entrega es para poner la intoducción a la segunda que escribiré en otra ocación y que ya cuenta mis recuerdos de Calle Uruguay y alrededores estando ya en el Colegio Salesianos.

Artículo redactado por Carlos Moreale Olaizola.

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