Los museos de Salto: entre el olvido y la esperanzaLocales opinión 

Los museos de Salto: entre el olvido y la esperanza

Por Pedro Rodriguez 

 Hace unos días, un lector se preguntaba para qué sirven los museos si nadie los visita. Es una inquietud legítima, pero me hizo recordar aquellas excursiones escolares que nos llevaban desde la escuela del barrio hasta el centro de la ciudad. Para nosotros, llegar al museo era algo maravilloso: un espacio donde la historia, el arte y la cultura cobraban vida.

Recuerdo con nostalgia aquellas visitas. Observábamos cada objeto con fascinación: monedas y billetes antiguos, sables rescatados del río Uruguay, reliquias que contaban historias de otras épocas. La maestra aprovechaba cada exhibición para hablarnos de  arte, leyes, historia y economía. Nos enseñaba a reflexionar, a hacer preguntas y a plasmar en redacciones lo que habíamos aprendido. Y, como incentivo, siempre estaba la promesa de una gaseosa y un alfajor para quienes prestaran atención, aunque en el fondo, había para todos.

Eran otros tiempos. Hace cuatro décadas, la tecnología no nos acercaba al mundo con un clic, ni las noticias llegaban en segundos. Pero el conocimiento que nos transmitían esos espacios era invaluable. Aprendimos que la cultura es un poco de todo y que los museos no solo preservan el pasado, sino que también educan y fomentan el pensamiento crítico.

Hoy, la realidad de los museos en Salto es desoladora, cerrados, y  parece que apenas sobreviven. Es indudable, que se ha fallado en su gestión y custodia, y el saqueo de miles de objetos históricos quedó sin respuestas. Incluso la justicia intervino sin éxito. Hace unos meses, el profesor José Buslón realizó una investigación y propuso reabrir una comisión investigadora en la Junta Departamental, pero nuevamente, no hubo resultados.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Dejamos que se pierda para siempre un patrimonio que pertenece a todos? ¿O buscamos nuevas alternativas?

Una posible solución es darle participación al sector privado en la administración y conservación de los museos. En muchos lugares del mundo, los museos generan ingresos y empleo gracias a la inversión privada. No se trata de vender nuestra historia, sino de garantizar su protección a través de quienes saben gestionar estos espacios de manera eficiente.

Un museo bien administrado puede ser un atractivo turístico, un centro educativo y un motor cultural. Debe estar abierto en distintas  temporadas , ofrecer actividades interactivas, atraer visitantes y garantizar la seguridad de sus piezas. La clave está en encontrar un modelo de gestión sostenible, donde el Estado regule, pero donde el privado también aporte su conocimiento y recursos.

Hoy, los museos de Salto agonizan. Algunos de sus edificios han sido convertidos en depósitos, una decisión que hirió gravemente a nuestro patrimonio cultural. Pero todavía hay esperanza. Salto es una ciudad con historia y con gente dispuesta a invertir en la cultura. Es momento de repensar el rol de los museos y de exigir que se haga justicia con el patrimonio perdido.

Los museos deben seguir existiendo, para los escolares, para los estudiantes y para los turistas. No podemos resignarnos a verlos desaparecer. Si el gobierno ha fallado, quizás sea hora de que la sociedad civil y el sector privado tomen la posta y se conviertan en los celosos guardianes de nuestra historia. Porque, y parafraseando un dicho popular » un pueblo que olvida su pasado, pierde su identidad».

Comparte la noticia en tus redes sociales

Noticias Relacionadas

Dejar un comentario

Esto se cerrará en 5 segundos

error: Content is protected !!