¡Penal, Cardelino!
Por Pedro Rodríguez No sé si es el frío o los años, pero cuando uno empieza a doblar el codo de la vida, comienzan a florecer recuerdos simpáticos que uno lleva con alegría y cierto orgullo. Haber nacido en una época sin internet, sin celulares, sin mil pantallas, no era necesariamente mejor… pero sí era distinto. Y esas cosas simples, cotidianas, eran nuestra distracción y felicidad. Recuerdo con cariño cuando el campito era nuestra cancha de fútbol. No había PlayStation, pero sí emoción real en cada gol gritado entre gritos…
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